Cuando en Manresa
las criadas eran de Binaced
Ramon Fontdevila Subirana
Revista AVIARA (Binaced-Valcarca) Diciembre 2020, Número 71,
De pequeño me sorprendía la mucha gente de Binaced que mi abuela encontraba por Manresa. Hoy sé que los 160 km. que separan ambos municipios fueron un trayecto habitual para muchas jóvenes que en el siglo pasado viajaron hasta la ciudad catalana buscando un futuro. Muchas echaron raíces, aprendieron lengua y costumbres, y formaron nuevas familias.
Desde principios del siglo XX se produce un fenómeno de emigración rural, de jóvenes de Binaced destinadas a servir a las familias acomodadas de Manresa, que se iban reclamando las unas a las otras. El demógrafo Xavier Rubio admite que no podemos saber con precisión cuantas fueron. Los censos decenales no contienen la población por lugar de procedencia o nacimiento, pero este dato sí existe a escala provincial. Así, y proporcionalmente, las mujeres procedentes de Huesca en Manresa podrían superar las 260 en 1920. «Y aunque no todas las oscenses serían de Binaced, sí que lo debieron ser la mayoría ya que, hoy como antes, las migraciones se producen a partir de redes basadas en el parentesco y la amistad». Y es que aunque limitáramos a 200 el total del siglo, pensar que Binaced exportó tanta juventud a Manresa debería ser motivo de reflexión y, también, de agradecimiento.
La abuela aragonesa
Leonor Monter Ibarz había llegado en 1920 con quince años, analfabeta y destinada a servir a «ca l’Armengou». Al cabo de cuatro años se casaba con Ramon Fontdevila, un municipal con quien tuvo en 1926 su primera hija, Rosa Fontdevila y, diez años después, su hijo Josep, mi padre. Éste último precisamente fue acogido en Binaced entre 1939 y 1943 porque allí, al menos, no se pasaba tanta hambre. Hoy, a pesar de sus 94 años, Rosa conserva vivos los recuerdos: «Mi madre siempre decía que se vino cansada de recoger aceitunas y pasar frío». Otras ya habían venido antes, como la tía de Leonor, Bárbara Ibarz, que entonces ya se había casado con un ferroviario; ella precisamente fue quien le encontraría su primer trabajo.
El caso de las Sorinas-Mora
Carles Blaya Modinos, periodista en Regió7, también tiene raíces en Binaced. «En 1922 vinieron juntas mi bisabuela, Carmen Mora, con su hija, Pepita Sorinas Mora, y poco después llegaría la hermana, que también se llamaba Carmen». La bisabuela fue a servir a «ca l’Ubach», que tenían una fundición, y su abuela, con 18 años «trabajó para una familia de la calle Guimerá, y poco despuéspara el colmado La Colonial, en la plaza Mayor». Pepita se casó en 1924 con un vecino de Alfantega, Enrique Modinos Puente, que había llegado antes a Manresa. La hija de Pepita, Carmen Modinos Sorinas, viuda de Jaume Blaya, hoy cuenta 87 años «y si alguna cosa recuerda mi madre de aquellos tiempos —dice Carles— es como iban llegando más y más primos de Binaced».
Las Sorinas-Ballarín, desde los años treinta
Isabel Sorinas Ballarín vino a Manresa en 1932. Tan solo tenía 13 años, pero no iba sola: «Vino—explica su hija Imma— con un grupo de 10 amigas que se fueron animando, entre ellas Pilar Herbera Sorinas, su prima, que ya tenia a su hermana Josefa sirviendo en Manresa». Todas ellas estuvieron trabajando en la ciudad hasta que empezó la guerra. Entonces muchas volvieron a Binaced, pero no así Isabel, que trabajaba en casa de los señores Torruella-Farreras. Ella se quedó y además propuso a su hermana pequeña Paquita que también fuera a Manresa, tal como ocurriría.
Después de la guerra, Isabel entra en Acción Católica, donde conocerá Domingo Ribas Prunés, un campesino con quien se casaría en 1946 y del que nacieron cuatro hijos: Montserrat, Imma, Pep y Ignasi. Un último apunte corrobora la complejidad de los lazos que se iban tejiendo: la hermana de Domingo Ribas, Manela, años después también se casaría con un chico de Binaced —José Herbera— y fueron padres de Montserrat y Jordi Herbera Ribas.
Por lo que se refiere a la hermana pequeña, Paquita Sorinas Ballarín llegó a Manresa con 11 años. Hoy es una bisabuela que suma 95 y recuerda: «Isabel nos decía que estaba con buena gente, y como en Binaced los primeros días de la guerra habían sido terribles… pues me fui». Después de la guerra Paquita entra a trabajar en casa del Dr. Bosch, hasta casarse en 1953 con Francisco Oliveras Anglarill, un campesino con el que se estableció en «Cal Favet», entre campos, en las afueras. Hoy sigue allí, acompañada de sus hijos Josep y Àngel, y de todos sus nietos. Y para todos es la tía Paca.
Los últimos Sorinas en llegar
Los Sorinas con el tiempo serán legión. Solo cabe recordar los seis hijos de Manuel Sorinas Mur y Isabel Ballarín Roger. «El tio Manolo—explica Imma Ribas— trabajaba de paleta y ya vino después de la guerra junto con José Herbera Sorinas, y los dos se casaron y se quedaron en Manresa. Será mucho después que llegaría José, el 1956, y se vino con la abuela —Isabel Ballarín—, su mujer y también una criatura de tres años, Josep Manuel Sorinas, a quien en Manresa hoy conoce todo el mundo por estar al frente del Frankfurt «cal Manel». Por lo que a las hermanas pequeñas se refiere, Ángela Sorinas vino ya mayor para cuidar a sus nietos —antes ya se había establecido su hija, Angelita Martínez Sorinas, casada con Josep Boix. Únicamente la sexta y última hermana, Felisa, después de un tiempo en Manresa vio que no le gustaba y resueltamente se volvió a Binaced.
Manuela Villamate, emigrar para los hijos
Cuando Manuela Villamate Salas (1916-2000) llegó a Manresa en 1958 ya conocía la ciudad. «Había venido en 1936 pero al estallar la guerra volvió». Lo cuenta Josep Ramon Mora Villamate, su hijo: «Vuelve a Binaced y se casa, pero el matrimonio será un fracaso sentimental, y regresará a Manresa». La recomendación del maestro y el cura animaron la madre a dar el paso: su hijo, muy estudioso, necesitaba cosas que en Binaced no hallaría. Ya en Manresa, pasarán primero por casa de una prima, «y muy pronto otra mujer de Binaced le facilita la colocación en la Farmacia Sala. Allí fuimos a vivir, yo también al ser pequeño, pero mi hermana tuvo que entrar interna en las hermanas Josefinas». Mora podrá estudiar en la Salle «pero a los 14 años ya no podía compartir habitación con mi madre así que entré en un taller textil y fui a vivir en una pensión donde ella era de Binaced i el de Peralta de la Sal...». Poco a poco cada uno tomará su camino, «pero lo cierto es que a pesar de un carácter muy duro, ella siempre procuró que no nos faltara de nada». Josep Ramon Mora hoy cuenta con 72 años y una dilatada trayectoria sindical y política.
Más Monters, que es la guerra!
Pilar Monter Rúa (Binaced 1915-Manresa 2002) vino después de la guerra porque, como todos los de casa Ronda, escapaba de la represión. Sus hermanos pasaron a Francia «y solo se quedó el más pequeño, Manuel. Sin delitos de sangre, nada le había de pasar. ¡Pues fueron cuatro años en prisión!». Lo cuenta Ascen Martínez Monter (52 años) de quien Pilar fue tia-abuela. «En Manresa Pilar Monter estuvo en «cal Serra», pero se casó con un trabajador de Telefónica y puso una lechería. Entonces recibió un encargo: encontrar trabajo para la hija de su hermano Manuel, Trinidad Monter Baldellou». Y lo encontró para servir en «cal Caribú», en 1945. «Estuvo ahí tres años hasta que conoce a mi padre, Ildefonso Martínez, con quien tendrán cinco hijos». Ascen es la mayor y le siguen Alfons, Àngela y Tomàs. Curiosamente el hermano menor, Albert, ahora vive en Barbastro. Volvió por el futbol: después de pasar por la Masia del Barça, acabó jugando en el Barbastro y el Monzón. Ascen todavía vuelve cada año con su familia «porqué mis padres pasan en Binaced todos los veranos».
También Manuel Delgado Moreno, «Pepón», vuelve todos los veranos. Nació en Binaced en 1946 y es de las últimas personas a emigrar. Jubilado, con 74 años, llegó a Manresa con 24, cuando su madre Pilar Moreno Javierre había enviudado. «Ella ya había servido en Manresa de joven y entonces probamos los dos juntos. Ella en «ca l’Armengou», y yo en un taller de al lado, cambiando neumáticos hasta jubilarme»
Década de los 70: los hermanos Calvo Barrau
Los hermanos Calvo Barrau son cuatro y, exceptuando al mayor que se estableció en Binéfar, los otros tres viven en Manresa: Asunción, Nicolás y Sergio. Son los hijos del esquilador, Nicolás Calvo Mora, y de Ascensión Barrau Citoler. Asunción, con 16 años, fue la primera en llegar, también mediante una familia de origen de Binaced. «Después me las fui arreglando a partir de un primer trabajo en el Hotel San Domingo». Ella anima a venir a Nicolás «y también al pequeño, Sergio, e incluso estuvimos juntos en el restaurante el Mesón». Hoy Ascen ya lleva tres años jubilada; su hermano Nicolás hace 33 años que esta al frente de la cocina del restaurante Atenes, donde espera jubilarse pronto y donde se le conoce como «el maño». Sergio tampoco se ha movido del gremio, y atiende cada día en la cafetería Millenium.
Volver a Binaced
Era imprescindible una visita a Binaced final para poner sobre el paisaje los recuerdos. Fue en agosto, y de inmediato se añadieron primos al paseo, como lo hacían las historias, desde la calle Unión, con casa Cabana y la iglesia, y después por la calle del Medio, casa Sanz, el horno de los empanadones… Llegamos a la escuela Joaquín Costa hablando de las fiestas mayores o la de santa Águeda. Después, persiguiendo el almuerzo, pasamos frente al solar de lo que fue el cine. Los recuerdos de un incendio, o de un suicidio. El frío de los inviernos y el calor de los veranos. El cambio con el regadío: más de 30.000 T de «malacatones» anuales que ahora reclaman emigrantes. Por la tarde nos llegamos hasta Santa Ana, justo antes de regresar. De Binaced a Binéfar uno diría que son los mismos adoquines de antes de la guerra. Pero de Binéfar a Manresa, A22, A2 i C25, todo es autovía.100 minutos de reloj: un siglo en un soplo.
Éste artículo es una versión del que se publicó en setiembre en la revista manresana “El Pou de la gallina”.
De pequeño me sorprendía la mucha gente de Binaced que mi abuela encontraba por Manresa. Hoy sé que los 160 km. que separan ambos municipios fueron un trayecto habitual para muchas jóvenes que en el siglo pasado viajaron hasta la ciudad catalana buscando un futuro. Muchas echaron raíces, aprendieron lengua y costumbres, y formaron nuevas familias.
Desde principios del siglo XX se produce un fenómeno de emigración rural, de jóvenes de Binaced destinadas a servir a las familias acomodadas de Manresa, que se iban reclamando las unas a las otras. El demógrafo Xavier Rubio admite que no podemos saber con precisión cuantas fueron. Los censos decenales no contienen la población por lugar de procedencia o nacimiento, pero este dato sí existe a escala provincial. Así, y proporcionalmente, las mujeres procedentes de Huesca en Manresa podrían superar las 260 en 1920. «Y aunque no todas las oscenses serían de Binaced, sí que lo debieron ser la mayoría ya que, hoy como antes, las migraciones se producen a partir de redes basadas en el parentesco y la amistad». Y es que aunque limitáramos a 200 el total del siglo, pensar que Binaced exportó tanta juventud a Manresa debería ser motivo de reflexión y, también, de agradecimiento.
La abuela aragonesa
Leonor Monter Ibarz había llegado en 1920 con quince años, analfabeta y destinada a servir a «ca l’Armengou». Al cabo de cuatro años se casaba con Ramon Fontdevila, un municipal con quien tuvo en 1926 su primera hija, Rosa Fontdevila y, diez años después, su hijo Josep, mi padre. Éste último precisamente fue acogido en Binaced entre 1939 y 1943 porque allí, al menos, no se pasaba tanta hambre. Hoy, a pesar de sus 94 años, Rosa conserva vivos los recuerdos: «Mi madre siempre decía que se vino cansada de recoger aceitunas y pasar frío». Otras ya habían venido antes, como la tía de Leonor, Bárbara Ibarz, que entonces ya se había casado con un ferroviario; ella precisamente fue quien le encontraría su primer trabajo.
El caso de las Sorinas-Mora
Carles Blaya Modinos, periodista en Regió7, también tiene raíces en Binaced. «En 1922 vinieron juntas mi bisabuela, Carmen Mora, con su hija, Pepita Sorinas Mora, y poco después llegaría la hermana, que también se llamaba Carmen». La bisabuela fue a servir a «ca l’Ubach», que tenían una fundición, y su abuela, con 18 años «trabajó para una familia de la calle Guimerá, y poco despuéspara el colmado La Colonial, en la plaza Mayor». Pepita se casó en 1924 con un vecino de Alfantega, Enrique Modinos Puente, que había llegado antes a Manresa. La hija de Pepita, Carmen Modinos Sorinas, viuda de Jaume Blaya, hoy cuenta 87 años «y si alguna cosa recuerda mi madre de aquellos tiempos —dice Carles— es como iban llegando más y más primos de Binaced».
Las Sorinas-Ballarín, desde los años treinta
Isabel Sorinas Ballarín vino a Manresa en 1932. Tan solo tenía 13 años, pero no iba sola: «Vino—explica su hija Imma— con un grupo de 10 amigas que se fueron animando, entre ellas Pilar Herbera Sorinas, su prima, que ya tenia a su hermana Josefa sirviendo en Manresa». Todas ellas estuvieron trabajando en la ciudad hasta que empezó la guerra. Entonces muchas volvieron a Binaced, pero no así Isabel, que trabajaba en casa de los señores Torruella-Farreras. Ella se quedó y además propuso a su hermana pequeña Paquita que también fuera a Manresa, tal como ocurriría.
Después de la guerra, Isabel entra en Acción Católica, donde conocerá Domingo Ribas Prunés, un campesino con quien se casaría en 1946 y del que nacieron cuatro hijos: Montserrat, Imma, Pep y Ignasi. Un último apunte corrobora la complejidad de los lazos que se iban tejiendo: la hermana de Domingo Ribas, Manela, años después también se casaría con un chico de Binaced —José Herbera— y fueron padres de Montserrat y Jordi Herbera Ribas.
Por lo que se refiere a la hermana pequeña, Paquita Sorinas Ballarín llegó a Manresa con 11 años. Hoy es una bisabuela que suma 95 y recuerda: «Isabel nos decía que estaba con buena gente, y como en Binaced los primeros días de la guerra habían sido terribles… pues me fui». Después de la guerra Paquita entra a trabajar en casa del Dr. Bosch, hasta casarse en 1953 con Francisco Oliveras Anglarill, un campesino con el que se estableció en «Cal Favet», entre campos, en las afueras. Hoy sigue allí, acompañada de sus hijos Josep y Àngel, y de todos sus nietos. Y para todos es la tía Paca.
Los últimos Sorinas en llegar
Los Sorinas con el tiempo serán legión. Solo cabe recordar los seis hijos de Manuel Sorinas Mur y Isabel Ballarín Roger. «El tio Manolo—explica Imma Ribas— trabajaba de paleta y ya vino después de la guerra junto con José Herbera Sorinas, y los dos se casaron y se quedaron en Manresa. Será mucho después que llegaría José, el 1956, y se vino con la abuela —Isabel Ballarín—, su mujer y también una criatura de tres años, Josep Manuel Sorinas, a quien en Manresa hoy conoce todo el mundo por estar al frente del Frankfurt «cal Manel». Por lo que a las hermanas pequeñas se refiere, Ángela Sorinas vino ya mayor para cuidar a sus nietos —antes ya se había establecido su hija, Angelita Martínez Sorinas, casada con Josep Boix. Únicamente la sexta y última hermana, Felisa, después de un tiempo en Manresa vio que no le gustaba y resueltamente se volvió a Binaced.
Manuela Villamate, emigrar para los hijos
Cuando Manuela Villamate Salas (1916-2000) llegó a Manresa en 1958 ya conocía la ciudad. «Había venido en 1936 pero al estallar la guerra volvió». Lo cuenta Josep Ramon Mora Villamate, su hijo: «Vuelve a Binaced y se casa, pero el matrimonio será un fracaso sentimental, y regresará a Manresa». La recomendación del maestro y el cura animaron la madre a dar el paso: su hijo, muy estudioso, necesitaba cosas que en Binaced no hallaría. Ya en Manresa, pasarán primero por casa de una prima, «y muy pronto otra mujer de Binaced le facilita la colocación en la Farmacia Sala. Allí fuimos a vivir, yo también al ser pequeño, pero mi hermana tuvo que entrar interna en las hermanas Josefinas». Mora podrá estudiar en la Salle «pero a los 14 años ya no podía compartir habitación con mi madre así que entré en un taller textil y fui a vivir en una pensión donde ella era de Binaced i el de Peralta de la Sal...». Poco a poco cada uno tomará su camino, «pero lo cierto es que a pesar de un carácter muy duro, ella siempre procuró que no nos faltara de nada». Josep Ramon Mora hoy cuenta con 72 años y una dilatada trayectoria sindical y política.
Más Monters, que es la guerra!
Pilar Monter Rúa (Binaced 1915-Manresa 2002) vino después de la guerra porque, como todos los de casa Ronda, escapaba de la represión. Sus hermanos pasaron a Francia «y solo se quedó el más pequeño, Manuel. Sin delitos de sangre, nada le había de pasar. ¡Pues fueron cuatro años en prisión!». Lo cuenta Ascen Martínez Monter (52 años) de quien Pilar fue tia-abuela. «En Manresa Pilar Monter estuvo en «cal Serra», pero se casó con un trabajador de Telefónica y puso una lechería. Entonces recibió un encargo: encontrar trabajo para la hija de su hermano Manuel, Trinidad Monter Baldellou». Y lo encontró para servir en «cal Caribú», en 1945. «Estuvo ahí tres años hasta que conoce a mi padre, Ildefonso Martínez, con quien tendrán cinco hijos». Ascen es la mayor y le siguen Alfons, Àngela y Tomàs. Curiosamente el hermano menor, Albert, ahora vive en Barbastro. Volvió por el futbol: después de pasar por la Masia del Barça, acabó jugando en el Barbastro y el Monzón. Ascen todavía vuelve cada año con su familia «porqué mis padres pasan en Binaced todos los veranos».
También Manuel Delgado Moreno, «Pepón», vuelve todos los veranos. Nació en Binaced en 1946 y es de las últimas personas a emigrar. Jubilado, con 74 años, llegó a Manresa con 24, cuando su madre Pilar Moreno Javierre había enviudado. «Ella ya había servido en Manresa de joven y entonces probamos los dos juntos. Ella en «ca l’Armengou», y yo en un taller de al lado, cambiando neumáticos hasta jubilarme»
Década de los 70: los hermanos Calvo Barrau
Los hermanos Calvo Barrau son cuatro y, exceptuando al mayor que se estableció en Binéfar, los otros tres viven en Manresa: Asunción, Nicolás y Sergio. Son los hijos del esquilador, Nicolás Calvo Mora, y de Ascensión Barrau Citoler. Asunción, con 16 años, fue la primera en llegar, también mediante una familia de origen de Binaced. «Después me las fui arreglando a partir de un primer trabajo en el Hotel San Domingo». Ella anima a venir a Nicolás «y también al pequeño, Sergio, e incluso estuvimos juntos en el restaurante el Mesón». Hoy Ascen ya lleva tres años jubilada; su hermano Nicolás hace 33 años que esta al frente de la cocina del restaurante Atenes, donde espera jubilarse pronto y donde se le conoce como «el maño». Sergio tampoco se ha movido del gremio, y atiende cada día en la cafetería Millenium.
Volver a Binaced
Era imprescindible una visita a Binaced final para poner sobre el paisaje los recuerdos. Fue en agosto, y de inmediato se añadieron primos al paseo, como lo hacían las historias, desde la calle Unión, con casa Cabana y la iglesia, y después por la calle del Medio, casa Sanz, el horno de los empanadones… Llegamos a la escuela Joaquín Costa hablando de las fiestas mayores o la de santa Águeda. Después, persiguiendo el almuerzo, pasamos frente al solar de lo que fue el cine. Los recuerdos de un incendio, o de un suicidio. El frío de los inviernos y el calor de los veranos. El cambio con el regadío: más de 30.000 T de «malacatones» anuales que ahora reclaman emigrantes. Por la tarde nos llegamos hasta Santa Ana, justo antes de regresar. De Binaced a Binéfar uno diría que son los mismos adoquines de antes de la guerra. Pero de Binéfar a Manresa, A22, A2 i C25, todo es autovía.100 minutos de reloj: un siglo en un soplo.
Éste artículo es una versión del que se publicó en setiembre en la revista manresana “El Pou de la gallina”.
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